Se exhibía en la vidriera un pendantif, simulando una coqueta flor de lis. Y mostrábase un anuncio engañador: ¡Aproveche este precio de ocasión! Detuviste tu mirada de mujer y un momento te inquietaste sin querer, el asomo de un deseo en tu interior como un rictus en los labios coincidió. Contemplas insistente la hermosa flor de lis y oprimes fuertemente tus dedos de marfil. Consultas la cartera y es grande tu aflicción, no alcanzan tus monedas el precio de ocasión. Conozco tu tragedia, graciosa midinette, tus aros y pulseras son mísero dublé. Recuerdas una frase que puedes pronunciar y el mundo será tuyo, mas nunca la dirás. Pegadita a la vidriera de cristal yo te observo, casi a punto de llorar, las alhajas tienen alma y es así, que yo supe que pensaba el pendantif. Desde el fondo de su caja de cartón se quejaba tiernamente, y con razón, reclamando la blancura de tu piel, la tibieza de tu escote para él