Hábleme,
señora hábleme
colgada en la pared cuénteme,
desde ahí que es lo que ve,
sonríe de placer,
pues desde aquí yo la adoraré.
Míreme,
mujer sobre el papel
sus manos dejan ver el color
del trabajo y del sudor
de madre y de mujer,
su cara ya borró el dolor.
Mujer de vocación
su voz aún suena en el salón.
Y otra vez,
mirándola otra vez
he vuelto a desear poder ser
su capricho y su deber
que bien lo supo hacer
y nunca la dejo de querer.
Mujer sobre el papel
aquí su ruego era un deber.
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