Se asfaltó la calle con pena de luna... Borró sus ojeras y te vio pasar. Es la misma calle del barrio tranquilo donde echaste un día mi sueño a rodar. Hace mucho tiempo, tenía veinte años, un ansia tremenda de soñar y amar. Mataste el cariño, me guardé la pena, encendí un cigarro y aprendí a cantar. Es la luna llena que me trae recuerdos del ayer lejano que no volverá. Ilusiones rotas, estrellas fugaces en el cielo negro de mi soledad. Es la luna llena que me trae recuerdos de tu pelo bronce, de tu andar vivaz, de la gente amiga, del farol lejano, de la pena oscura del amor fugaz. Hoy volví hasta el barrio, llegué hasta la esquina, detuve mis pasos y miré hacia atrás, hacia mis recuerdos, hacia mi pasado, hacia las caricias que ya no están más. Evoqué de nuevo tu andar altanero, tu pelo de bronce, tu mirada audaz y, como ese entonces, me guardé la pena, encendí un cigarro y volví a cantar.