Un día estaré muerta, blanca como la nieve Dulce como los sueños en la tarde que llueve Un día estaré muerta, fría como la piedra Quieta como el olvido, triste como la hiedra Un día habré logrado el sueño vespertino El sueño bien amado donde acaba el camino Un día habré dormido con un sueño tan largo Que ni tus besos puedan avivar el letargo Un día estaré sola, como está la montaña Entre el largo desierto y la mar que la baña Será una tarde llena de dulzuras celestes Con pájaros que callan, con tréboles agrestes La primavera rosa como un labio de infante Entrará por las puertas con su aliento fragante La primavera rosa me pondrá en las mejillas La primavera rosa, dos rosas amarillas La primavera dulce, la que me puso rosas Encarnadas y blancas en las manos sedosas La primavera dulce que me enseñara a amarte La primavera misma que me ayudó a lograrte Oh, la tarde postrera que imagino yo muerta Como ciudad en ruinas, milenaria y desierta Oh, la tarde como esos silencios de laguna Amarillos y quietos bajo el rayo de Luna Oh, la tarde embriagada de armonía perfecta Cuán amarga es la vida y la muerte que recta La muerte justiciera que me lleva al olvido Como al pájaro errante lo acogen en el nido Y caerá en mis pupilas una luz bienhechora La luz azul celeste de la última hora Una luz tamizada que bajando del cielo Me pondrá en las pupilas la dulzura de un velo Una luz tamizada que ha de cubrirme toda Con su velo impalpable como un velo de boda Una luz que en el alma musitará despacio La vida es una cueva, la muerte es el espacio Y que ha de deshacerme en calma lenta y suma Como en la playa de oro se deshace la espuma Oh, silencio, silencio, esta tarde es la tarde En que la sangre mía ya no corre ni arde Oh, silencio, silencio, en torno de mi cama Tu boca bien amada dulcemente me llama Oh, silencio, silencio que tus besos sin ecos Se pierden en mi alma temblorosos y secos Oh, silencio, silencio que la tarde se alarga Y pone sus tristezas en tu lágrima amarga Oh, silencio, silencio que una estrella ha caído Dulcemente a la tierra, dulcemente y sin ruido Oh, silencio, silencio que la noche se allega Y en mi lecho se esconde, susurra, gime y ruega Oh, silencio, silencio, que el silencio me toca Y me apaga los ojos, y me apaga la boca Oh, silencio, silencio que la calma destilan Mis manos cuyos dedos lentamente se afilan Un día estaré muerta, blanca como la nieve Dulce como los sueños en la tarde que llueve Un día estaré muerta, fría como la piedra Quieta como el olvido, triste como la hiedra