Cánteme quien tenga el verso, mas no con los cristales primorosos, que el tiempo ya no es tema de reposo si no crisol más áspero que terso. Cánteme quien tenga canto, mas no para empañarme los sentidos, y yo como que siento soy su amigo, y yo como que voy también soy canto. Cánteme sí, para oírlo, como aquella canción, la que yo hiciera. Pero cánteme para aplaudirlo por lo que supo hacer ayer, hoy y después. Cánteme para salvarlo entre las luces que me identifican. Pero cánteme para premiarlo por el mejor ave del amanecer. Cánteme quien tenga saco donde no exista sitio al miedo vano. Cánteme aunque no sea del todo sano pero canción al fin y no matraco. Cánteme que aquí hay pulmones repletos de conquistas al pasado. Cánteme sin pudor y sin cuidado. Pues cánteme si al fin tiene razones.