El horizonte se perdió porque la lluvia lo enamoró,
y cuando el preciado mar lo traicionó,
un refugio en la orilla buscó.
Pero esta vez, en el albrio de aquel pez;
miles de corales pensaron y aconsejaron.
Y aunque el viento más sabio recorrió la superficie del mar,
el joven pez entre las rocas no pudo superar.
Los kilómetros recorridos por el viento
entraron en razón y decidieron
que solo en la orilla se destruiría su obsesión...
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