No sé si ves
que en esta deuda de mi amor
está su voz.
No sé si olés,
en el clavel del aire,
nuestro adiós.
La Pasionaria
levanta su pollera,
y en esa dulce espera
el agua que enviudamos
es parte de sus manos,
que tocan y confiesan.
Es aire que regresa.
No sé si oís,
en el lamento del panal,
su corazón.
No sé si abrís,
el ojo que la vio
tendida en el dolor.
La Pasionaria
levanta su pollera,
y avisa que han quedado
los panes en la mesa,
y el río que se lleva
el manto, que han bordado
mujeres y promesas.
La Pasionaria
levanta su pollera,
y abriga al que ha quedado
desnudo de la suerte,
con un tocado quieto
de almendros y de vino,
y alivio de la muerte.
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