La noche en el monte atestigua su muerte,
se graban sus ojos, su llanto en mi mente,
mis manos malditas dictaron su suerte,
mi sed de venganza, la voz de un demente.
Aún oigo sus gritos, veo sangre en su cara,
Satán me protege, me cuida y me llama,
su mano me guía, dirige mi espada recurro al infierno,
mi cuerpo arde en llamas.
Despierto en el monte, su cuerpo está inerte,
me oculto en la tierra, se escuchan, ya vienen,
justicia de hombres, rencor que enloquece,
los restos de un cuerpo, dolor en su hueste.
Aún oigo mil gritos, lamentos no paran,
Satán me hizo fuerte a sus filas me llama,
mi mano fue fría maté con la espada,
habito el Infierno, controlo las llamas.
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