Vamos amarraditos los dos
espumas y terciopelo,
yo con un recrujir de almidón
y tú serio y altanero.
La gente nos mira
con envidia por la calle,
murmuran las vecinas,
los amigos y el alcalde.
Dicen que no se estila ya mas
ni mi peinetón ni tu pasador,
dicen que no se estila ya mas
ni mi medallón ni tu cinturón.
Yo se que se estilan
tus ojazos y mi orgullo,
cuando vas de mi brazo
por el sol y sin apuro.
Nos espera nuestro cochero
frente a la iglesia mayor,
y a trotecito lento recorremos el paseo,
tu saludas tocando el ala
de tu sombrero mejor,
y yo agito con donaire mi pañuelo.
No se estila yo se, que no se estila,
que te ponga para cenar
jazmines en el ojal...
Desde luego parece un juego
pero no hay nada mejor
que ser un señor de aquellos
que vieron mis abuelos.
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