Te trajo en el hocico cada presa
Que en sus alados trotes conseguía
Con tanto afán, entrega y energía
A cambio de tu ingratitud expresa
Quiso llenar el plato de tu mesa
Quiso no abandonar tu compañía
Y se quedó hacinado en la jauría
Bajo el maltrato de tu mano aviesa
Ahora que no lo elevan cuan jilguero
Sobre los campos sus cansadas patas
Te parece una inútil herramienta
No eres ni la mitad que el can, galguero
Y ojalá alguna vez tu estirpe sienta
Lo que él ha de sentir cuando lo matas
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