La tropilla que monto
de "reservados",
son de un pelo y tordillos
como mis años.
Y la yegua madrina
más renegrida,
que las penas que mi alma
lleva escondidas.
Las espuelas que yo uso
pa' mis floreos,
malambeando reluce
mis zapateos.
Sus rodajas ya no hincan
porque yo pienso,
es cobarde el que hiere
los indefensos.
Y los bastos que pongo
de cabecera,
cavilando me tienen
la noche entera.
Hasta que me sorprende
la madrugada,
abrazao de quien llamo
mi peor es nada.
A mi rancho le falta,
y esto no es broma,
una china que sea
muy querendona.
Porque es triste vivir,
como quien dice,
sin tener una prenda
que lo acaricie.
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